20 octubre, 2008

Algunos consejos para el mercado actual

Tras constatar que los planes de pensiones estadounidenses habrían perdido el 20% en los últimos 15 meses, Business Week se pregunta por el rendimiento esperado de la renta variable y la renta fija. Para ello, condensa una conversación con Jack Bogle, fundador del gigante Vanguard Group que gestiona fondos de inversión por un importe superior al billón de dólares. y el catedrático de la Universidad de Boston Zvi Bodie, autor de varios manuales de finanzas muy empleados en las universidades americanas.

Diversificación
Para Jack Bogle, lo importante es la diversificación. En su opinión, se deben adquirir fondos indexados de renta variable (gestión pasiva) al tiempo que una proporción de capital, equivalente a la edad del inversor, debe invertirse en renta fija. Afirma que así iniverte el.

Por otro lado, indica que en los últimos tiempos se está hablando mucho de diversificación internacional (es decir, fuera de USA) y ello conlleva una cierta sobrevaloración de esos mercados. La consecuencia es que desde máximos de 2007 el mercado americano (S&P500) ha caído menos que los mercados internacionales (MSCI). En todo caso, Bogle afirma que el personalmente no está invirtiendo fuera de USA (obviamente, un inversor español debe tener en cuenta el efecto del tipo de cambio).

Por su parte, Bodie afirma que la mejor forma de invertir en mercados emergentes como China es hacerlo a través de empresas nacioanles que tienen intereses directos en esos países, puesto que el porcentaje del capital cotizado de las empresas Chinas es muy pequeño, y por tanto está sobrevalorado.

En todo caso, Bodie diferencia entre diversificación (adquisición de varios activos con riesgo no correlacionados perfectamente) y aseguramiento o cobertura (adquisición de activos sin riesgo como los TIPS -renta fija ligada a la inflación-, que por desgracia no existen en España).

Bodie señala que un modo de proteger el patrimonio es combinar una cartera diversificada de activos con riesgo y el activo seguro. Recalca que en las universidades americanas se enseña que únicamente se necesitan dos fondos de inversión, el que representa activos con riesgo y el que representa el activo seguro, para obtener todas las posibles combinaciones de rentabilidad-riesgo.

Costes
Además, debe hacerse con el mínimo coste, aunque en ese caso un montón de personas inteligentes de Wall street dejarán de cobrar altos honorarios, por lo que ponen delante del inversor toda serie de artificios, ninguno destionado a mejorar la riqueza del cliente final.

Bogle apoya esa reflexión y destaca lo que supone un diferencial del 1% o 2%, debido a los costes, en la rentabilidad acumulada final. Un euro durante 50 años al 5% anual genera un valor final de 11,47 euros, pero al 3% únicamente generaría un valor final de 4,38 euros. Parece que hay muchos inversores dispuestos a entregar ese diferencial de más de 7 euros a los gestores. Por eso Bogle ha tratado de persuadir a los gestores activos para que realicen gestión pasiva de costes bajos, aunque señala que el porcentaje de fracaso en su tarea de persuasión ronda el 100%.

Afirma que el motor principal del crecimiento de Vanguard se debe a la gestión pasiva, aunque en la última década el mayor crecimiento global se ha producido en ETF's, productos que se compran y venden con frecuencia, sin pensar en el largo plazo.

Commodities
Con respecto a las commodities, Bogle resalta que es necesario comprender que tanto la renta fija como las acciones tienen una rentabilidad intrínseca: intereses y dividendos. Sin embargo, con las commodities estamos apostando únicamente por la revalorización de los precios. Por tanto, pueden ser útiles para diversificar, pero no para generar tasas de rentabilidad anual a largo plazo del 7% u 8% como proporcionan las acciones.

Riesgos
Con respecto a los riesgos, Bogle señala que se puede controlar el riesgo pero no la rentabilidad, aunque se pueden hacer estimaciones razonables. Existe una alta probabilidad de que la rentabilidad anual de la renta fija para la próxima década ronde el 4,5%-5%, y de que la rentabilidad de las acciones se sitúe en el 8,5% (2,5% de dividendos más 6% de crecimiento en beneficios).

La volatilidad debería ignorarse dado que, en la medida en que se posean empresas que perduren en el tiempo y repartan dividendos, los accionistas recibirán esos flujos.

Para Bodie es importante tener presente el "Capital Humano" (entendido como seguridad y estabilidad laboral y retributiva). Si el capital humano es seguro, entonces el financiero debería invertirse en acciones a una edad temprana para ir incrementando la proporción de activos seguros a medida que se envejece. Cuando el capital humano tiene riesgo, entonces debería invertirse mayor porcentaje (incluso todo) en activos seguros.

17 octubre, 2008

Inversión a largo plazo y el efecto de los Dividendos

Uno de los aspectos más olvidados, y en cierto modo despreciados, en la inversión bursátil es el efecto que tienen los dividendos, especialmente a largo plazo.

Estamos acostumbrados a comparar la rentabilidad de las carteras con la evolución del índice de mercado, que, en el caso de nuestra bolsa, suele ser el IBEX35. Sin embargo, esas comparaciones esconden una realidad que a largo plazo deja ver sus efectos: los divendos. Y es que el IBEX35, como la mayoría de los índices, no recoge los flujos intermedios que las empresas entregan a sus accionistas y por tanto no tiene en cuenta los dividendos. Dicho de otro modo, a los precios actuales estamos obviando que la rentabilidad por dividendo de Telefónica, Santander, BBVA, Iberdrola y un largo etcétera supera el 5%.

Si graficamos el IBEX35 desde su creación y el IBEX35 con dividendos (datos oficiales de la Sociedad de Bolsas) hasta el último dato disponible (30/09/08) llegamos a la conclusión de que, aunque el IBEX35 está en niveles del año 2000, al tener en cuenta el efecto de los dividendos, estaríamos en niveles de 2006.... ¿cuál será el motivo de que los fondos de inversión en sus fichas comerciales utilicen el IBEX35 y no el IBEX con dividendos?


11 octubre, 2008

BusinessWeek avisa: el próximo cataclismo puede ser la deuda por las tarjetas de crédito

Según informa el semanario en un articulo fechado el 9 de octubre, el sector financiero estadounidense tiene 950.000 millones de dólares en deuda de tarjetas de crédito, deuda que en su mayoría es tóxica.

Ello afectaría especialmente a JP Morgan Chase y a Bank of America, que de momento se han librado de los efectos causados por las hipotecas, pero son los que mayores emisiones de deuda respaldada por tarjetas de crédito han realizado (JP Morgan tiene 155.000 millones, Bank of America 153.000 millones y Citigroup 151.000 millones). Desde finales del año pasado, los grandes bancos se están preparando para evitar lo peor llegando a acuerdos con los prestatarios con problemas.

Sin embargo, en el articulo se afirma que algunos bancos y empresas emisoras de tarjetas de crédito están exacerbando los problemas al incrementar los tipos de interés de las tarjetas para impulsar los beneficios corporativos. Innovest estima que los emisores tendrán 41.000 millones de deuda tóxica este año y 96.000 millones en 2009.

Estas pérdidas pueden terminar dentro de los 365.000 millones de dólares que componen el mercado de activos titulizados de deuda de tarjetas de crédito. Al igual que con las hipotecas, las entidades financieras titulizaron esa deuda y la vendieron a grandes inversores como hedge funds, planes de pensiones y fondos de inversión. Los grandes emisores se desprendieron de aproximadamente el 70% de su cartera de deuda por tarjetas de crédito.

Pero cada vez es más dificil para los emisores encontrar compradores para esa deuda, lo que se traduce en incrementos en los tipos de interés que pagan dichos activos, y cada vez se pone más dinero como colateral (garantía en caso de que algo vaya mal con los títulos emitidos).

Obviamente, el mercado de tarjetas de crédito es pequeño si se compara con los 11.9 trillones de dólares que supone el mercado hipotecario, pero las pérdidas pueden ser tan o más dolorosas, debido a que la mayoria de la deuda de tarjetas de crédito no tiene un respaldo. Es decir, los consumidores no tienen que hacer pagos cuando abren sus cuentas, y en caso de que dejen de hacer los pagos mensuales no existen activos que se puedan recuperar, como en el caso de las hipotecas, en que al menos existe un activo físico, el inmueble, detrás de la deuda.

Por si esto fuera poco, las "subprime" también amenzan a las tarjetas de crédito. Los prestatarios en riesgo, con baja calificación crediticia, suponen el 30% de la deuda de tarjetas (en el caso de las hipotecas, son el 11%). Más del 45% de la cartera de tarjetas de Washington Mutual es subrpime, de acuerdo con Innovest. Esto se podría convertir en un quebradero de cabeza para JP Morgan, quien, a finales de septiembre, acordó comparar el negocio de tarjetas de crédito y otros activos de Washington Mutual por 1.900 millones.

Las pérdidas por tarjetas de crédito ya están erosionando los balances. El 6 de octubre, el segundo mayor emisor después de JP Morgan, Bank of America, reveló que aproximadamente 3.000 millones de su cartera de 184.000 millones eran problemáticos, lo que supone un aumento del 50% con respecto al año pasado. Al mismo tiempo, en medio de la crisis financiera, el banco afirmó que recortaba el dividendo en un 50% y realizaba una ampliación de capital por importe de 10.000 millones.

Asimismo, American Express, que abastece a los prestatarios más ricos, elevó sus provisiones por pérdidas en tarjetas de crédito pérdidas de 810 millones a 1.500 millones en el último trimestre, una señal de que incluso los consumidores con mayores ingresos están teniendo problemas.

Los reguladores están tratando de frenar algunas prácticas abusivas como limitar las subidas de tipos de interés, suprimir determinadas tasas, y luchar contra cuestionables prácticas de facturación. Es probable que a comienzos del próximo año se voten nuevas leyes. Pero puede ser tarde.

El articulo termina avisando de que podemos entrar en un circulo vicioso:
A medida que los emisores de tarjetas incrementan los tipos de interés más consumidores se retrasan en sus pagos, lo que afecta a los emisores. Un responsable de Innovest afirma:"Vamos a ver bancos afectados masivamente"

Fuente: BusinessWeek