Los Toros están venciendo a los Osos, convirtiendo a la bolsa española en una de las más rentables de los países desarrollados. Sin embargo, el optimismo debería dar paso a la reflexión serena.

Los motivos de esta escalada en las cotizaciones son diversos, aunque las grandes operaciones corporativas han sido un detonante importante. Hace más de una década que no había tantas OPAS. Desde enero hasta septiembre de 2006, los inversores cambiaron de manos 100.361 millones de euros en efectivo y/o acciones en las 22 OPAS realizadas. Estas cifras históricas equivalen a más del 10% del PIB español.
Sin embargo, no hay que confundir valores con precios. Desde el punto de vista de las finanzas, un activo tiene valor en la medida en que es capaz de generar rendimientos futuros. Poco importa cuál ha sido su situación en el pasado. Lo verdaderamente relevante son las expectativas de resultados futuros. Por ello, el inversor debería ir más allá del precio reflejado por el mercado, y observar el riesgo asociado a las empresas y sus expectativas de crecimiento empresarial.
Dejando al margen el rally alcista de los dos últimos meses, a finales de septiembre la Fundación de Estudios Financieros (FEF) indicaba en su informe de consensos, que el mercado estaba sobrevalorado en un 1% con respecto a las estimaciones de consenso de los analistas, aun recogiendo un aumento en las expectativas de crecimiento de beneficios. En el momento de escribir estas líneas no se han publicado las estimaciones de consenso de la FEF a finales de octubre, pero parece más que probable que reflejarán una sobrevaloración mayor.
Por tanto, la cautela se debe imponer. En último término, son los resultados empresariales y no los rumores o los estados de ánimo, los que sostienen las cotizaciones a largo plazo.
B.A.T.